En los comienzos de Octubre y hasta fines de Noviembre, ¡nadie podría imaginar que lo que ven sus ojos es un desierto!
Flores de todos los colores aparecen, principalmente cerca de la costa, formando una hermosa alfombra multicolor.
También la “garra de león“, de tono rojo y amarillo, que puede alcanzar un diámetro de 15 cm y lamentablemente se encuentra en peligro de extinción.
Pero cuando la lluvia no se deja ver por esa zona y se mantiene seca, bajo las rocas, las semillas esperan pacientemente, a que el cielo riegue esos suelos, para florecer.
El fenómeno se produce cada 3 a 8 años, dependiendo de las lluvias y es posible gracias a la capacidad de las plantas, adaptadas al clima desértico, de mantener sus semillas bajo unos centímetros de la superficie, por años y hasta por décadas.
Solo brotan si la cantidad de lluvia caída es suficiente para iniciar el ciclo. Así, en lugares en donde nunca se vio vegetación, aparecen plantas y flores en cantidades extraordinarias.
En un año lluvioso, el desierto se convierte en mar, en un mar de flores. Se atribuye este curioso acontecimiento climático al fenómeno del Niño– oscilación del sur.
Las regiones privilegiadas con este maravilloso fenómeno son la carretera de la costa entre Puerto Viejo y Huasco. Los sectores más llamativos se encuentran en los llanos de Vallenar y Copiapó. Sin embargo, todo el desierto en general, se pone más verde.
El fenómeno del desierto florido provoca un fuerte impacto sobre el sistema ecológico de la zona. Durante este evento, aumenta en forma notable la cantidad de insectos y aves, de los cuales en años secos, se ven muy pocos.
Chile es un país que cuenta con una geografía hermosa, sin embargo, el desierto floreciente de Atacama es uno de esos lugares del mundo increíbles y curiosos, que todos debemos conocer.

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